Discípulos y Apóstoles de Cristo

Discípulo de Jesús

Discípulo de Jesús quiero ser.

Deseo conocerle, recibir sus enseñanzas, estar a su lado y que él siempre esté conmigo también. Llenarme de Cristo, empaparme de su Palabra y seguir su ejemplo.
Y, ¿lo puedo hacer? La respuesta clara, precisa y contundente es, Sí.
¿Cómo puedo lograrlo?
Podemos conocer a Jesús y llegar a ser sus discípulos, y esto aplica para cualquier persona; aunque no se profese ninguna religión, si has escuchado de él, si lo conoces mucho o poco, si eres cristiano de cualquier índole, y aún si perteneces a cualquier otro tipo de religión. La mejor manera de conocer a Cristo Jesús es leer y meditar las Escrituras que, afortunadamente se plasmaron por escrito en el maravilloso libro: La Biblia.
Pero aún si por primera vez tomas la Biblia para leerla, o ya lo has hecho algunas veces y hasta de manera habitual, es muy recomendable, antes que nada, invocar -pedir- al Espíritu Santo para que nos abra el corazón y estemos dispuestos a iniciar o incrementar nuestra fe. Un buen comienzo es empezar por los Evangelios. Y una buena idea es leer una Biblia que preferentemente tenga un tipo de explicación, la cual se encuentra en letras más pequeñas, según la edición elegida. Esto es, la exégesis que se adjunta sobre la reflexión de los teólogos que colaboran en las diversas ediciones. Durante las homilías de la Misa, podemos ir conociendo a Jesús, pues ya alguien con conocimiento nos da una interpretación de la Palabra. Y de manera ideal, poder tener una persona como guía que nos vaya conduciendo en ese caminar al encuentro de Cristo. Ya sea dentro de una parroquia, o en una escuela bíblica, pero que no sea algo sólo unilateral, para no llegar a una mala interpretación y mucho menos, a un fundamentalismo.

La Biblia no se debe de tomar al pie de la letra, la Biblia se interpreta. No es un libro de historia, pero sí hay hechos históricos. Es, en sí misma, una reflexión teológica de la historia y que expresa en cada libro, el momento de una comunidad, para dar respuesta a inquietudes. Esto aplica tanto para el Antiguo Testamento como para el Nuevo Testamento. En este sentido los Evangelios no son una biografía de Jesús. Los Evangelios hablan del Jesús histórico, sí. Jesús el Hijo del hombre que se encarnó, y en su grandeza se abajó. La plenitud de los tiempos -Cf Ga 4, 4-. Porque Jesús fue alguien real de carne y hueso, que vivió nuestras realidades; ¡qué maravilla!, se hizo uno de nosotros en todo, menos en el pecado. Los autores de los Evangelios expresan específicamente en el anuncio de la Buena Nueva, la reflexión teológica de la vida de Jesús. La Palabra de Jesús es viva y actual. En resumen, al tomar la Biblia, hazlo invocando al Espíritu Santo, hacer la lectura, meditando sobre lo leído, ponte en oración respondiéndole a Jesús, platicando con Él sobre esa meditación, ponte en contemplación del Señor, de ese gran Misterio, y finalmente actúa con el compromiso que brota de ese encuentro. Consultar DeiVerbum, capítulo III y capítulo VI.

El acontecimiento de Jesús es el nuevo Éxodo, el nuevo Moisés, en una acción liberadora y conductora, pero integral, desde todos los ángulos. El cristianismo entonces presenta al pecado como el más grande opresor, por lo que, a su vez, Cristo nos libera del pecado, pero también de todo lo demás, de una manera integral. Todas las circunstancias están previstas en la acción Redentora de Cristo. “El que vive en Cristo, ha muerto al pecado”.
-Cf. Rm 6, 14-

Esto nos lleva al inicio que, por medio de sus enseñanzas, seamos finalmente un “verdadero discípulo” de Jesús. Y de esa manera, como los discípulos de Emaús, que nuestro corazón arda en su interior con el fuego de sus enseñanzas que nunca se apaga. – Cf. Lc 24, 32-

Es Jesús mismo el que dice:
«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.»
Jn 14, 6
«Yo soy el Alfa y la Omega. Aquel que es, que era y que va a venir».
Ap 1, 8
Alfa y Omega
Yo soy el Alfa y la Omega


¿Y si Jesús me eligiera para anunciar su Evangelio?
¡Por supuesto!
«Sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, destinado a anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz; vosotros, que si en un tiempo no fuisteis pueblo, ahora sois Pueblo de Dios: ésos de los que antes no se tuvo compasión, pero que ahora son compadecidos.»
1 Pe 2, 9-10

Así, teniendo un compromiso por convicción, amándolo, y sobre todo haciendo la voluntad de Dios.
¡Cuánta necesidad hay de dar a conocer las enseñanzas de nuestro Señor y, sobre todo, de hacer su voluntad!

«No todo el que me diga ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos.»
Mt 7, 21

Entonces con Cristo en nuestro interior, con el corazón ardiente, llenándonos del Espíritu Santo para que obre en nosotros, llevar su Palabra, anunciando el Evangelio y así, ser un enviado también de Jesús nuestro Señor. Jesús el Salvador. Predicar y dar testimonio. Deberemos tener claro que no sería a nosotros a quienes probablemente sigan los necesitados de esperanza, comprensión, ser escuchados, motivados, abrazados y catequizados, sino que realmente se sigue a Jesús.

¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Será como el maestro cuando esté perfectamente instruido.
Lc 6, 39-40

«Voy a explicaros a quién se parece todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que las ha escuchado y no las ha puesto en práctica se parece a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente: la casa se desplomó al instante y su ruina fue estrepitosa.»
Lc 6, 46-49
Apóstol
Apóstol de Jesús


Misión universal
Jesús se acercó a sus discípulos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y estad seguros que yo estaré con vosotros día tras día, hasta el fin del mundo.»
Mt 28, 18-20

Conozcamos a Cristo, seamos sus discípulos, sigamos sus enseñanzas y seamos enviados de Jesús a predicar su Evangelio y, a hacer la voluntad del Padre.

  

DLA publicado originalmente el 15 de enero de 2020

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